1 de mayo de 2019

Frazada

Hoy no me apetece responder preguntas,
preguntas de protocolo, preguntas de mentira.
Preguntas que parecen una cosa buena
que se hacen con cariño y preocupación.

Al final siempre terminan recordándome
lo vacío que está el cuaderno,
y lo llenos que están los lápices.
Ahí, donde se suponía que estaban la respuestas
(en el gran abrazo del arte)
se juntan la polvoreda y unas polillas muertas
con una guitarra maltratada de tres cuerdas.

Entonces me preguntan por cosas de mi vida,
el trabajo, la pareja, el departamento,
porque por ahí se va, para allá se cuenta.
Cuantas metas se tacharon del cuaderno,
cuantos repertorios quedan en la guitarra,
cuantas certezas pusiste en la alcancía.
Con cariño, con preocupación,
vienen y me saludan con una sonrisa
y uno muy cansado para replicar, sonríe.
Agradece la careta de la pregunta
y se la pone camino al trabajo.

Hoy me enrollo bajo la frazada
haciéndome el que duerme y no escucha
y el que no escucha no responde.
Así, como niño que se esconde de la noche
me refugio de la agresión de la pregunta.
Si no la escucho no existe
si no existe tampoco lo és esta grieta,
aquella al borde de la cama.
La grieta abismal de las incertezas,
del insomnio, el pisco y la yerba.

Me desconecto de la jornada laboral
de decidir y pensar y decidir
para que todo salga bien sin saber que está bien.
Sonreír, en el solemne concurso de las decisiones,
ganar,
y terminar preguntándole a otro infeliz lo mismo.
Voy a reír imaginando figuras en el humo
luego terminaré gastando el celular,
bloqueando y a desbloqueando como un adicto
hasta que la noche se cruce con el artefacto
midiendo el tiempo que no uso.

9 de abril de 2019

Traición

Hoy no quiere salir.
Ni con guitarra,
ni con fogata,
ni con alcohol.

Se hace el loco,
se pasa de listo.
Piensa que no me doy cuenta.

No quiere venir.
O esta cansado,
o es muy tarde.
Miserables excusas.

Me cago en ti.
No te necesito,
ni a tu canción,
ni a tu poema,
ni a la acuarela.
No te necesito.

Soplándome las manos
helado,
callado,
desorientado.

Golpeado,
paralizado,
frustrado.
Solito, con la de siempre,
Me las arreglo.

Hilo (10 de Diciembre del 2018)

Hoy no hay luces.
Un viento se las lleva.
Un viento las eleva.
Y las ofrece a los astros.

Hoy no hay fragmentos,
solo arena uniforme
ordenada en castillos
por infinitas mareas.

Los deseos se aquietan,
algunos en lo alto
otros bajo el agua,
robados por cangrejos

Me equilibro en el mar,
mientras logro estirarme
siguiendo los fulgores.
Hermosos resplandores

Las luces se van,
me queda el viento
Los olas me atan,
me quedo en el centro.

Una mano va tanteando
hasta tocar el cosmos
La sensación familiar,
me da valor.

Puedo sentir la noche
en la punta de mis dedos.
Levantó mi otra mano.
Percibo un pulso nítido.

Ahora que soy una vara
que se estira sin cortarse,
voy expandiendo el miedo
con las luces de mis deseos.

Hasta convertirme en hilo
Y dormir en el huracán.



Atardecer en la isla de Ko Lanta - Tailandia

Peces (12 de Noviembre del 2018)

Los peces habitan esta laguna
lo sé por las olas que dejan
al cazar insectos.

También mueren en esta laguna
lo sé por las olas que faltan
y sus cadáveres submarinos.

Algunos son atrapados por cañas.
Algunos son atrapados por cámaras.
Dibujos, artesanía y postales son
cuando sus escamas dejan de nadar.

Miro el espejo del agua
y me encuentro, 
bajo el límite, en la humedad,
Cubierto de escamas extrañas.

Veo redes lanzadas a la superficie,
y una figura parecida a la mía
recostada desde mis pies.
Aquel que me observa
anclado en la profundidad del agua
parece sonreírme.

Algo se lee en sus labios
Algo le responden los míos.
En un lenguaje de miradas muertas,
en oraciones repetidas por silencios,
hasta hallarnos incómodos.
Entonces nos alejamos sin hablar,
yo de vuelta a mis pensamientos
y él quedándose en la profundidad.


Puente Huc de Ha Noi - Vietnam

Luciérnagas (29 de Octubre del 2018)

Un viaje de ríos me mueve.
El canto de insectos lo despierta.
Un gallo distraído lo transgrede.
Y algunos anfibios atraen la noche.

Dos ríos confluyen en el centro,
migrantes desde puntos cardinales.
Uno lo regala el cosmos,
el otro lo bendice el subsuelo.
Me llevan al fin del mundo
con una mano en cada remo.

Bajo el atardecer y la primera estrella
existo.
Con la primavera brotando de mis grietas,
no la puedo ocultar.

Soy, sobre el descenso de una barca,
traída de horizontes y vientos prestados.
Soy, flotando en el espejo etéreo del agua
la pieza única del infinito.

Aquel amor que acogió mis vidas
me reconoce y vuelve a abrazarme.

Y mientras las corrientes me guían,
a la desembocadura de este ciclo
lavo las cicatrices y cortezas
donde habitan mis constelaciones
Y me entrego a la unión perfecta
entre los espíritus y las luciérnagas.



Atardecer en el rìo de Nam On, pueblo de Nong Khiaw - Laos