Que mi voz se escape de la entraña
que la guitarra la extienda en la mañana
y la nota sostenga el sentido
no es nuevo en mi instinto.
Poblado el camino de cenizas
invadido por el frío de la brisa
el latido calla al mediodía
me olvida el recuerdo que me inspira.
Por dos sitios en dos pensamientos
mío y ajeno a mi espíritu
a mi entraña que sigue gritando
ahora ya a media tarde.
Mi mano mezcla en el arpegio
carne y música en el tablero
que tampoco es mío, ni del viento
tiene nombre, como los deseos.
Quisiera ser la cuerda y la madera
de la melodía que es eterna
sin palabras ni recuerdos
sin dolor ni arrepentimiento.
Aquella música que la noche
eleva fiel a las estrellas
donde une lo que se separa
y donde mi alma se silencia.
1 comentario:
que belleza y que potencia Rodrigo, este ´poema late y golpea
es absolutamente visceral
me encantó
besitos y feliz finde!!!
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