25 de enero de 2023

De cena hay arroz

17 de Julio, 21:32 horas.
Avenida Once de Octubre 125, departamento 303.
Santiago.

Cocinándose un alimento en el sartén.
Arroz variedades de sobre.
El hambre no falla.
El fuego no falla.
El vino sí.

Me percato de la incomodidad en mi espalda
que está apoyada en el respaldo de un banquillo desproporcionadamente alto para el trasero de quien lo sienta, sentó y sentará.
Mi espina encorvada aguarda que la cena se cocine a si misma.
Si las vertebras hablaran...
(O el hígado).

Pronostico una competencia entre la cocina y el asiento.
Dicho de otra forma, entre el aburrimiento y la incomodidad.
Opto por lo segundo
mientras recuerdo el invierno en Guatemala.
No veo las avispas en el basurero.
Ni las hormigas en el pan.
Ni las polillas dándose de cabeza contra la ampolleta.

Veo algo parecido a las polillas, son mas pequeñas y lentas.
Salen del mueble donde guardo el arroz
que estoy cocinando.

Que devastadora es la cocina en Santiago.
Es lenta, como ropa que no seca,
marginadora, como la gripe
y aburrida, como el día que acaba a las seis.

Que pena que lo que cae del sartén no sea devorado.
En lugar de eso queda en el piso, listo para ser aplastado
y luego atravesar su metamorfosis durante los días siguientes
hasta su fase final como imago de la mancha.
O lo que venga después (un hoyo, qué se yo).

Ya esta listo el arroz.
Esta bueno, no le faltaron ganas (Que detalle el de la cocina sin moscas).
Le falto lluvia. Le falto selva.
Pero esta bueno. Sabor a retorno. 

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