Erase
Un bosque de inviernos y tinieblas
De troncos amenazantes por la niebla
De un miedo frío que trepaba por tu piel.
Allí, caminaba a ciegas
Entre temblores y súplicas.
Alguien me guiaba, alguien invisible
Que tomaba mi mano por la senda.
El miedo me asfixiaba
Y cuando ya no podia respirar
El bosque acabó, y un valle encontré.
Con un palacio de rejas de oro
Mi acompañante invisible me dejó
Entré solo al vestibulo real
Lleno de madres solteras vestidas de colores
Lloraban y sonreían a la vez.
Salí, a campo abierto
Desnudo, pisando la hojarasca sin dañarme
El sol y el cielo alegraban un silencio
Extendido por los cerros y pastizales.
En la cima de un cerro, solitario un ataud
Irresistiblemente camine hacia él
Mientras me acercaba, volvía el frío
Y los temores florecían acrílicos.
Al abrirlo, volvió la niebla
Un grito de dolor quebro el tiempo
Pues dentro estaba mi acompañante
Muerto y helado, mi cuerpo yacía.
Corrí regando la tierra de lágrimas
Desolación extraña me carcomía
El bosque regresó y seguía solo
Mis pies volaban para no perderse.
Y cuando el bosque terminó
El camino tomaba una bifurcación
En esa esquina me esperabas
Con tu sonrisa burlona.
Esa sonrisa que me humilló
Fue la que me hizo despertar
Registré todo aquel sueño
Eran las 4 de la madrugada.
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