11 de agosto de 2017

Callejón

Camino solo en un pasaje mugriento. 
Con vagabundos, botellas y orina repartidos por igual,
desparramados.
Cada paso lo hace mas angosto,
mi cuerpo intenta no contaminarse con las inmundicias abundantes,
que se acercan atraídas hacia mi.

Sigo marchando.
Pisada tras pisada tras pisada.
Y el olor se vuelve penetrante y envolvente.
Pienso que habrá un final.
Pienso en la esquina que esta cerca. 
Una esquina que cruza una inmensa avenida 
abierta hacia mí. 
Lo suficientemente ancha para estirarme sin chocar con muros putrefactos.
Pienso, y el pensamiento alimenta una esperanza. 
Entonces el suelo se vuelve desigual y mis pasos ligeros son ahora imprecisos.

Temo caer y envolverme con la mierda antes de salir.
Temo ser dañado.
Ser tocado.
Ser herido.
Temo que el callejón no tenga fin.
Temo a la noche que se avecina.

Y al fin comprendo,
que el pasaje es una ilusión.
Que estoy en mi cama soñando sueños de profanación.
Que mi tiempo transcurre en un callejón infinito,
y mi mente marcha en el aro infinito e inquebrantable de los ciclos.

Entonces despierto.
En una cama de colillas y botellas rotas.
Levanto mi taza vacía
y la agito despacio hacia las limosnas muertas.