Mi unidad compacta,
mi eternidad en ondas multicolores
del rojo al negro, cruzando oros.
Aquella obra de la concecuencia metódica,
que comprime mi sangre en sus venas
se fragmenta.
Un nudo se desliza en el silencio
me quita el aire, me niega el grito.
Y se escapa como un olvido etéreo
sin nombre ni verbo, que es ella.
Me deja, y soy una hoja mas de otoño
para decorar la tierra de los soñadores.
Seré como la lluvia,
en el momento de caer.
Cristales valiosos traeran mi sosiego
formadas en melodias de vidas nuevas.
Sea un final diplomático sin principio
y un audaz poema carente de su prosa
los restos de mi emoción que extraña su nombre
y de un furtivo beso que ya no tiene boca.