3 de noviembre de 2009

La deriva del pensamiento

En un solitario enlace de angustia
llueven cálidos los pasos musicales.

En mi ventana sin cristales que defiendan
brota el manantial sagrado de mis venas.

Desde un día seccionado por el rayo
y que abre sus entrañas cubriendo la ciudad
la fatiga inmensa del pasado alegre
descansa con la tristeza del presente.

Allí, a la deriva del pensamiento
acoplado por el viento invernal que sopla
y sopla fuerte, congelando el silencio
para susurrar su canto de solista.

Duerme el pan, duerme el tiempo.
Duermen todos a la espera del renacimiento.
Es el invierno, que acoge al desmedro
y le da sentido a su existir.

Y yo lo entiendo, desde mi ventana
incomprendido y viejo invierno.
Acompañado de la noche indecisa
Mi viajero infinito, sin hogar ni miedo.

No abandones la travesía,
quédate conmigo esta noche.
Lluéveme del Dios que te encomienda
y lávame esta pena con tu partir.